Ingenuo sordomasoquista

Confunden tus pensamientos
no puedo leerlos
están encriptados con fobias
de la veloz idiotez del siglo XXI.

No quiero entrar en tu confusión
pero tu sonrisa me hipnotiza
agarra mi corazón, lo abolla
y lo pasea de un lado a otro.

Esta vez, la caja tiene razón
también la tiene cuando siente
que sigue en el lugar equivocado
sólo porque la confusión la divierte.

Entonces la paz puede ser aburrida
y ser fugaz lo divertido,
puede ser hermoso y latir fuerte
en un paseo absurdo.

Confunden tus palabras
pienso en volverme sordo
y darle alas sólo a mis ojos
que esperan entenderlo todo.

La nena que se aburrió del dinero

Te afeitaste a diario
los últimos 58 años de tu vida
y estamos pisando la misma
blanca arena caribeña.

Vas con tus Tommy de goma
yo voy descalzo y a barba
te sonrío mientras vos repudias
mis despeinados 26 y mis dientes sin lavar.

Entonces comienzo a reír
ante tu lamento y ese
ataque de caspa cotidiana
que mancha tu izquierda muñeca dorada.

Tu bolsillo parece querer vomitar
ante lo famélico que se ve el mío
pero por dentro florece la envidia de
mi panza flaca que duele de tentarse.

Te afeitaste a diario
los últimos 58 años de tu vida
tu frente deberías dejar de arrugar
dejar de lado la sombrilla y nadar.

Quedate tranquilo hermano
no soy quien te va a robar
es que tu nena me mira con un ojo
y pobre de vos si no empezás a disfrutar.

Una carpa en Margarita

No había visto la luna
ni de noche ni de día
y eran pocas las palabras
que la brisa le silbara al mar.

No había visto la espuma
ni las horas del tiempo pasar
y estaban acorraladas las hojas
que la lluvia había volteado.

No quería salir de la carpa
aunque de a ratos extrañara la casa
el comedor, la cocina
y hasta el hediondo inodoro blanco.

No había sentido las olas
romper sobre las gaviotas
que se suicidaran jugando
al mojar sus pelos de miel.

No había partido en ojotas
que con el calor se hicieron moldes
hasta que la madrugada
y el gallo cantara para despertar.

No quería salir de la carpa
ni de noche, ni de día
era más sano retomar el sueño
que lo atrapara en el viajar.

La espera

Hacer tiempo es triste
esperar que la aguja corra,
sirve sólo para ver
este ahora que se escurre.

Y el vuelo sale en cinco horas,
hacer tiempo da pena,
porque junto con las agujas ruedan
los teléfonos y los sobres de azúcar.

Corren los zapatos negros
los peinados modernos
las miradas desoladas y perdidas
y las maletas cargadas de mentiras.

Hacer tiempo es una agonía,
es fingir interés  por algo incierto
porque es una ilusión barata
este ahora que se escurre.

Falta un poco menos
pero igual desesperás,
hay un cuaderno y un lapiz
y un gramo de imaginación.

El aeropuerto comienza a temblar,
las luces tartamudean al mismo compás
los micrófonos enloquecen con No Doubt
y algo se detiene allí para siempre.

Buscando tapar el hueco

Puedo ser un perro fiel,
puedo estallar en gritos absurdos
por los partidos de fútbol
y hasta puedo bailar
bailar, bailar y sonreír
buscando tapar huecos.

Puedo beber y fumar
puedo intentar olvidar
puedo cantar y tocar
puedo llorar y morder
y hasta creer
que ya no duele.

Pero no puedo negar
que ahora que no estás
falta una parte de mí,
planeta que jamás quiero olvidar
porque anduviste rodando
en mi cosmos más amado.

Puedo sonreír y llorar
escupir tus huesos
putear al mundo y más allá
meditar, rezar y callar
hasta anotar en mi cuaderno
que ya no sufrís más.

Oh, madre María!

Entre gritos, cadenas,
abrazos y besos,
mamá te fue entregando
sus demonios vendados.

Te hizo consciente de sus sacrificios,
hasta te comentó lo mucho
que le dolieron las tetas
cuando se las mordiste siendo bebé.

Y entonces así,
podrás cargar por siempre,
con parte de la culpa
de que ella no pudo ser más.

Ella pudo, pero no quiso,
aunque quieras creer que quiso,
habían tantas paredes dibujadas
que le fue imposible salir a nadar.

El mundo la incendió,
le secó el corazón,
le disolvió el alma en materia
y le devolvió la lágrima.

Feliz día mamá!
perdón por ser tan malo,
gracias por dejar tu vida a mi paso,
veremos donde nos vemos al final.

Somos

Somos dos.
No quieras creer que hay más,
que antes éramos uno,
que nos dividieron al medio
y así de áspera quedó la cosa.

Somos dos cuerpos,
un sólo espíritu,
así nos encontramos todo el tiempo,
si es que eso es real
o alguna vez lo fue.

Somos más
que todas esas tijeras,
que todos esos aviones,
que todos los edificios,
tal vez, más que las estrellas.

Somos dos.
Somos uno en mitades,
en círculos inmediatos,
en partes iguales de agua,
en distintos mundos.

Somos el universo,
somos el amor,
tus pies desnudos,
un grito entre las gradas,
una almohada desordenada.


Somos vos.
Somos yo.
Somos más que todos.
Lo supimos cuando latió,
lo sabemos porque sigue latiendo.

Últimas rimas

Ya no escribo como antes...
no me motiva,
no me deja otra cosa,
que no sean recuerdos absurdos.

No me deja volar,
no me deja pararme,
simplemente anima mi ventana,
ahora prefiero dibujar.

Ahora prefiero subir las escaleras,
danzar hasta la muerte,
correr detrás de una pelota,
cantarle a la luna y a su sombra.

Ya no quiero escribir,
es un castigo que llevo borracho,
es un estigma de porro,
es una armonía que me desarma.

Ya no escribo más,
sólo le doy color a las teclas,
sólo dejo de pensar y aprieto,
juego a que algo puede salir.

Y salen o no, entre preguntas,
paraguas bajo la lluvia,
anteojos oscuros para el sol
y aunque abro los ojos...

Aunque abro los ojos no te veo,
espero que el teléfono suene,
espero que te acuerdes que existo,
y no, todo sigue en silencio.