Invocando a mis abuelas

Que hermosa etapa aquella
en la que escribíamos 
acerca de flores y delfines
imágenes como cuadros flotaban
en horizontes de playas deshabitadas
y un ferry que te llevaba a la isla
armada con la arena caída
del gran reloj del tiempo.

Parece que pasó en otra vida
apenas cincuenta y cinco kilos
de mi cuerpo recuerdan
la sucia roja carpa montada
en el desolado camping
el mar caribe destiñendo
partes de la piel
masticando pedazos del alma.

Hay fotos que comprueban
que algo así sucedió
mi tipo había cruzado la frontera
sin saber a dónde iba
ni qué buscaba
cuándo lo conseguiría
ni cómo lo pagaría
sólo entendía que valía la pena.

Y escribía sobre la naturaleza
meditaba invocando a mis abuelas
contando con los dedos
uno por uno los años del sol
sonriendo frente a sus rayos
con el pelo corto despeinado
sintiendo la arena fina pegada 
entre los dedos de mis pies.

Ni siquiera diez años llegué a contar
estoy en otro sueño
sintiendo a mis abuelas confundidas
este no parece ya 
aquel niño que conocieron
que las llamaba desde el mar
no encuentran la risa
en mis preocupaciones.

Es que no se ve interesante
estar perdido sin sentir aventura
navegando dentro de tubos
sobre la sangre roja
que se espesa con días iguales
sin salir de la casa
sin querer salir de la cama
meditando bajo un techo que continúa cayéndose.

La vacuna nunca llegó

Deseo despertar mañana
escuchando al de la radio decir:
-arriba amigo,
fue una pesadilla,
sólo era otra buena ficción
al mejor estilo
Hollywood-

Deseo...
porque siento Tierra
temblando bajo los pies
ignorantes descuidando
vidas de otros
en esta vida
la real
la que supera siempre
a la ficción.

No me da miedo
lo amarillo de las notas
sí, las cantidades
saber que el mapa
fue atravesado
y que el humano
político
es quien decide
por nosotros.

Deseo leer
diarios del futuro
explicando el gran chiste
que nos mantuvo mirando
pantallas
dentro de nuestras prisiones
mientras seguíamos
alejándonos
de los paraísos.

Deseo...porque
en la realidad
no veo más
que un planeta
queriendo escupir
a su peste dominante
al ser más contaminante
a quienes olvidamos
lo importante.

Estaba a la vuelta de la esquina
pero la vacuna nunca llegó
es que no nos dejaban salir
y el del delivery
no consiguió ser atendido
por el médico
que cobraba poquísimo
y dormía nada
hasta ese día
que se durmió.