El jueguito de la paranoia

Destrozé la pared de concreto
con una poesía que esbocé en el aire
no hubo algo que pudiera alcanzarla
ni detenerla en su marcha constante.

La moda popular es tan barata
que cualquier gato puede comprarla
barnizarle los bordes, lustrarla
y vos la comprás como si fuera nueva.

A esta altura lo único que a claras se ve
es que no importa el color de la bandera
ni las siglas del partido
los que enriquecen son siempre los mismos.

Aunque el slogan se vea bonito
el "cambio" o el "para todos"
es puro anzuelo en la gran pecera de mierda
en la que nos propusimos flotar.

Y los mismos siguen tranquilos
con la caña clavada en la arena
esperando que piques y muerdas,
que lastimes tus encías para arreglarlas 
con su hedionda obra social.

Y la seguridad, eso que ni Dios pudo garantizarte,
es el caballito de batalla
como dice Fede, "para imponerte los miedos"
y que desagotes allí tus monedas.

De golpe atendiste que no querés vivir preso,
sin embargo, en el frente de tu casa ya hay
más cemento y rejas que ventanas
y por todos lados cámaras espías, trabas, cerraduras...

Viral de wassap

En el departamento donde vivo
hay más pantallas que almas
más noticieros que música
menos sol que lámparas.

En las calles que mis zapatillas pisan
veo más autos que bicicletas
más grafitis políticos que de poetas
y gente que no baila.

Parece que el tedio ha ganado...
por momentos me siento dominado
por las razones del desarraigo
entonces me conformo con el colchón
y el ventilador que gira.

El calor profundiza la picazón
inflama mis pies, los hace sudar,
viajes me llaman desde sus fotos
y mi oído está ensanchado como trombón.

El mapa continúa variando
pero mi vista está estancada
no veo el paraíso, ni el infierno
la comodidad le ganó a mis ojos.

Mi mente suele escapar en la risa
y aunque haya más textos chatos de wassap
que prosa divagando en 2017
no tengo prisa, acepto el mundo como mundano.