Mil arco-iris

Esa conejita colgó un cristal
en el marco de mi ventana
para transformar mis mañanas
en mil arco-iris que flotan.

Sus suspiros son pausas
en el correr de los días que van rápido
sus sonrisas son el desequilibrio
en lo aburrido del calendario de la ciudad.

Sus preguntas no conducen
a pasadizos de algodón
ni a finales glamorosos,
ella siempre va en busca de más amor.

Esa conejita no te muerde más allá
de lo que sus dientes la dejan
pero besa tan tierno que derrite
hasta los témpanos del dolor.

Los colores se han hecho costumbre
y compartir su almohada un encanto
del que no quiero salir
aunque ahora sea temprano en la mañana.