Un Haiku

Arena fina
caída del gran reloj
atrapa los pies.

Cristal

Un laberinto dentro y fuera del cuerpo
oscuro, ensordecedor, lleno de miseria
cabellos desordenados procurando
una salida solitaria hacia la luz.

Pequeñas hojas verdes caen del arbusto
dos viejas gritan desde la vereda opuesta
el viento sopla desde un cielo gris
y la gravedad atrae gotas minúsculas.

El tipo imagina otro panorama
donde el sol no ha muerto
y la arena se apodera del cuadro
con el mar agitando la quietud.

Hay calma absorbida por el mudra energético
las voces las pone la brisa
nos cuenta que tal laberinto nunca existió
ni dentro ni fuera del cuerpo.

Ha llegado el momento de salir
con la valija vacía esperando llenarse de vivencias
algo sonríe desde el espacio
al ver al tipo brillando en el cristal.

Tres luces

En las horas de la mañana
aún recostado, con la garganta cortada
y sin tener los párpados abiertos del todo
encendí el radio transmisor portátil
para saber qué tiempo era.

La noticia del futuro llegó en forma de letras
noté al instante que no sería el té la novedad del día
es que un sol renovado disparaba hasta la Tierra
su nuevo guerrero de luz
y esa sonrisa amiga fluyó por los aires.

Yo sabía que esto iba a ocurrir
lo había soñado alguna vez
seguía anotado por ahí en algunos versos 
que no estaban al tanto de la emoción
que causaría en el plano físico.

Envuelto en las llamas de no saber qué decir
tipeé letras respondiendo letras
mientras la electricidad recorría 
como sangre por las venas
que imaginan un hermoso porvenir.

Sólo conseguí atraer felicidad para ese haz
proveniente de dos grandes seres de luz
que habían echado al fuego del amor
más leña seca que ayuda a iluminar
los increíbles senderos de nuestra galaxia. 

Ya no es mía

Bajé un momento a la Tierra
al dibujar con las yemas
la piel de mi panza
una voz en mi mente preguntó
¿de quién es esta tristeza?

"Ya no es mía", contestó otra voz
llevé el tabaco a los labios
y le pegué una seca profunda...
junto al humo entraron más penas
¿de quién es esta tristeza?

A lo lejos unas aves disparan
silbidos como llamados
que interpreto vienen desde el mar
o desde el tope de la montaña
pidiendo que los vuelva a buscar.

Párpados caen sellando ventanas
sólo puedo mirar hacia adentro
desde allí llegó la primera pregunta
la que da luz al camino
donde el sol resplandece.


El mismo loop

Me alejo cada vez más, creyendo que es lo mejor
para curar mi mirada lastimada
siento la mentira flotando, muchos disfrutándola
gorilas y monos se calzan las zapatillas
van con sobres hasta la caja de cartón.

La fila se desarma, demasiadas veces para la era
el desorden, el sol, los murmullos y los simios
mirándonos entre nosotros, fingiendo que sabemos
que estamos haciendo algo importante
que el próximo rey mono va a desperdiciar.

No hubo chances de renovarse, los monos continuamos
repitiendo en masa los mismos patrones
a pesar que podemos vivir fuera de esta repetición
preferimos estar dentro de ella
festejando como si supiéramos lo que estamos haciendo.

Siguen en el bucle del poder las mismas familias
repartiéndose entre amigos las mejores bananas
se miran a los ojos creídos que están allí
haciendo lo correcto, disfrutando solos
lo que sus perfumados abogados consiguen.

Cada cuatro años se repite el loop
no importa como va disfrazado el rey mono
tiene momentos de falsa humildad y otros
de vanidad absoluta, lo que no cambia jamás
es que siempre está por encima del resto.

Amén

Los creativos nos vivimos copiando
hubo algo que vimos que funcionó
y lo reproducimos con nuestro toque
puede ser cool, o estar disfrazado bizarramente.

Así pasé el colegio casi sin estudiar
sentado detrás de algún inteligente
aprovechando al máximo el largo de mis párpados
copiándome del que había escrito la respuesta.

Es que no sabía nada, no creía en nada
dudaba de todo lo que leía, de lo que me contaban
esas historias de héroes montados a caballo
de rifles, barcos y de cadenas rotas.

Nadie nos habló demasiado del universo
se nombraba mucho a Dios, casi te obligaban a creer en eso, 
a sentirlo allí flotando en el mismo aire
que sostenía las atrocidades humanas.

Probablemente es más sencillo cargarle
el peso de nuestros miedos a la barba de Dios
y así, continuaremos copiándonos unos a otros
en nuestras previsibles historias humanas.

Hace tiempo

El tiempo fue lijando mis tejidos internos
la curva descendente me absorbía con su imán
en la cima noté los cables atándome al niño
preguntando qué hacer con los recuerdos
mientras el presente acosa las entrañas.

Me soñé pateando el penal cruzado
hacia un arco que se esfumaba en la neblina
la bola entró casi en el ángulo y el partido acabó,
una extraña sensación eléctrica me sacudió
al ver las décadas que pasaron en mi calendario.

Corroído, abrumado, sintiendo ganas de no se qué
re formulando pensamientos a cada paso
un caballo deambula con un loco en sus espaldas
y yo preso de una casa maldita pude escucharlo...
pasó lento, estirando el minuto como chicle.

Los dientes, las canas, los huesos, el corazón,
todo se fue quebrando poco a poco en la espera
una mujer pasó cerca de la ventana gritándole a una perra
todo continuaba cayéndose a pedazos
corrí la cortina y noté que algo se había robado el cielo.


Un queso

Enormes ratas caminaban por encima de la mesa
ya se había hecho costumbre verlas pasear,
la casa no era nuestra y eso no ayudaba
sí, mantener algo que jamás será tuyo
es más difícil de lo que aparentó alguna vez.

Por un instante de aquella mañana traté de recordar
cuándo fue que se habían comido el queso sardo
sin embargo, preferí dejarme ganar por la amnesia
continué haciendo que escuchaba al nuevo indio
y cambié de track para evitar el conflicto interno.

La rata más grande me miró fijo a los ojos
no habló pero pude escucharla dar una orden,
el resto de su familia comenzó a rodearme
paralizado como en una pesadilla, rogué al sol,
mis párpados se apretaron, luego se abrieron.

El pavor hizo despegarme de la silla en un salto
corrí a toda velocidad por el pasillo de la casa
sólo fui mis piernas durante esos segundos
no quise voltear sabiendo que estaban detrás,
me barrí por el piso apuntando al hueco de la pared.

Mientras el cuerpo entraba en aquel túnel oscuro
supe que todo estaría bien a pesar del pasado
enfoqué la vista hacia atrás, el peligro no logró alcanzarme
cerré la puerta violentamente, giré la llave,
un fósforo encendió la vela y suspiré en la sucia cueva .

Ring! Ring! Teléfono

Los motivos de la salida estuvieron claros
una vez que logré atravesar el mapa.

En la largada pensé que la aventura
era la nafta de mi coche invisible
pero con el correr de los kilómetros
fui notando que el verde del pasto
no siempre estaba pintado con el mismo tono.

El problema real no era el trabajo
no fue el cansancio
no fueron los zapatos, ni siquiera el traje
sino la monotonía de esos días.

Es que rondé por las melodías que faltaban
jamás por las que vendrían
mirando la casa que ya no estaba
y quizás viajar hizo sentir que eso no lo era todo.

Salí entonces porque no tenía mi lugar
y quería encontrar un sitio físico
que me hiciera sentir que pertenecía él,
como lo hicieron aquellos rincones de Banfield.

Al ver el mundo inmenso
el mar y su horizonte de cielo gigante
al caminar por las rutas de tierra
noté que esa casa no era tan grande ni tan bonita
que los recuerdos estaban en mi, no en ella.

Atrincherado en mi cuerpo, pasaron los días, los años
las canas comenzaron a aparecer
el dilema también cambió de color
así como mi corazón de dueña
y el amor pudo más que el resto.

Y cuando el amor también comenzó a nublarse
los sentimientos estaban confusos
sueños frustrados se adueñaban del cuadro
las rutas sin lugar marcaron mi número
el dilema pasó por saber cuándo atender el llamado.